Es luminoso



Parece de otro planeta. Pero es del nuestro. No florece. Fluoresce. No sé si exista ni siquiera la palabra para algo tan bello. Camina sobre las olas. Se desliza suavemente sobre ellas. Y uno solo puede amorosamente observarlo. Vi pasar un recuerdo. Pero conscientemente decidí dejarlo pasar. No recordarlo más. Para recordar así estos nuevos maravillosos momentos de otra manera. Porque esta luminosidad como salida de otra galaxia se lo merece. Yo me lo merezco. Totalmente.





Es luminoso y te cubre el cuerpo cuando tocas el mar. Se mueve contigo. Con tu cuerpo. Con tu espíritu. Te rodea. Te abraza. Parece acariciarte el alma. Y yo me dejo. Floto livianamente sobre él y su poder es tan inmenso como el océano pacífico que me permite acompañarlo, Como el que todos tenemos y nos hace quienes somos. Como el bosque y la selva y el manglar y el páramo. Inmenso aún en su pequeñez. Gigante aún cuando ni lo puedo ver. Parece inexistente este plancton que ilumina desde adentro este mar. Este golfo. Esta ensenada. Este pedacito de cielo que siento tan mío. Y yo tan de él.





Es luminoso y me cubre y me ilumina y nos iluminó. Y siento su tibieza en mi. Siento su amabilidad. Siento este placer indescriptible de sentirme rodeada de quien me ama. Bendecida. Sin forzar nada. Fluyendo y soltando. Permitiendo y estando. Deseando y siendo. Algo que a muchos les cuesta, pero que cuando lo descubres y te sientes en el lugar indicado, no hay dudas.





Es luminoso y brilla y es lo más hermoso que pueda existir. Es de avatar. Como todo lo que me rodea. Porque parece que el universo conspirara para que este cielo estrellado ilumine además la noche. Y titila el cielo. Y titila el mar. Y a lo lejos una respiración profunda me recuerda que ellas ya vienen. Esas amigas gigantes con quienes sueño. Esas. Jorobadas y sensuales. Únicas. Barrigonas como ninguna otra.





Es luminoso y galopa sobre la blancura de las olas. Qué placer y qué privilegio. Aún recuerdo cuando aquella mujer sorda tocó mi puerta fuertemente una madrugada para preguntarme cómo suenan las olas. Me hablaba por señas. Y yo que no podía entender, solo pude entregarle una hoja de papel para que ella plasmara su pregunta. Una que me cambió la forma como veo muchas cosas. Especialmente las olas. Siempre lo recuerdo. Porque aunque soy extremadamente sensible, aún sé que me falta desarrollar más mis sentidos. Al menos agudizar uno más. Uno que me hubiera permitido oler mejor. Sentir mejor. Tocar mejor. Observar mejor. Uno. Ese.





Somos luminosos y estos seres maravillosos me recargan como si traspasaran mi esencia. Como si quisieran desde afuera entregarme hasta su vida para que yo tomara un poco de su luz. Pero solo puedo mover ligeramente mis brazos. Rozar suavemente el agua para hacerlos mover y que ambos nos veamos. Que los miles nos sintamos. Que nos sepamos vivos. Coherentes. Recíprocos. Que nuestras luces sean una y que así comprendamos que estamos conectados. Que dependemos de lo mismo. Que el Sol es nuestro astro. Que sin él estaríamos perdidos. Que hay una rayita ahí abajo en donde termina tu vida y empieza la mía. Y que cuando la cruzamos el impacto que producimos puede ser brillante y luminoso. Pero también oscuro y opaco. Puede ser efímero o eterno.





Es luminoso. Si cierro los ojos aún puedo recordarlo. Pero prefiero verlo con mis ojos abiertos. Porque así sé que estoy viva. Así sé que estoy en el lugar preciso. En el lugar correcto. Con la compañía indicada. Con quienes bondadosamente pueden desde su carencia aún ser abundantes. Porque la carencia es mental. Espiritual. No física. La luminosidad no viene desde afuera. Está es adentro de ti. Es ese rayito de luz que está en tu corazón. Ese que te hace ser y hacer todo con amor. Ese que te permite ver en un bosque lluvioso el plancton del mar. Y en el mar, el frío de este bosque lluvioso. Avatares de la vida. De mi vida vivida en la intensidad de un día. De una noche. De un amanecer y un atardecer. De una noche rodeada de plancton luminoso y radiante.





Es luminoso. Es el recuerdo de lo que pudo haber sido. De la inmensidad en frente de ti y de mi. De la sanación que somos todos cuando podemos brillar y ser esos seres luminosos que estamos llamados a ser.





Somos luminosos…es luminoso…sé luminoso.

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