LA MUJER Y EL POETA



Poemas de OCTAVIO JARAMILLO ECHEVERRI:



TERNURA



A Nohrita


Por el jardín azul busqué yo aquella
dulce mujer, sencilla y primorosa;
y día a día le seguí su huella
cual ágil colibrí tras de la rosa.



Así como el pastor halla su estrella
yo la encontré en la hora venturosa;
unidos hoy, nos ríe la más bella
y suave primavera deleitosa.



Una cuna en su cuerpo el aire mece,
espiga por su pecho la ternura,
la dulzura en sus ojos resplandece.



Hay dorada vendimia en su cintura
¡Y en su próvido vientre un niño crece
como crece la vid cuando madura!



NOHRA



Hoy quiero para Ti, dulce Señora,
escribirte los versos más sencillos;
que sean tierno canto, con el brillo
de los ojos de un niño cuando llora.



Un poema sutil, casi tan leve
como la leve brizna de la brisa;
con esa levedad del vuelo de ave
que alada por el éter se desliza.



Un poema tan simple cuanto humano;
que se parezca a Ti, que te defina,
y diga que eres tú, sin que te nombre;



que en un futuro (¡y ojala cercano!)
te haga exclamar con inquietud de niña:
¡Ah, qué poema le inspiré yo a un hombre!



EL TESORO



Voy tras de Ti, con ansias delirantes
como quien va tras de un tesoro oculto;
y en lo profundo de tu ser ausculto
acendradas virtudes vasallantes.



No es tu brillo, mujer, el falso brillo
de los falsos metales deslumbrantes;
tu esplendor –y en mi verso no mancillo-
es el mismo esplendor de los diamantes.



Es el brillo del agua en los alcores,
el del astro sereno de la noche
cuando el cielo, de luz, ciñe sus galas;



Es el brillo del día en sus albores
que no ostenta al brillar vano derroche.
¡En Ti, la vanidad trizó sus alas!



SONETO A UNA ROSA



(A Clemencia Jaramillo)


Apacible en el aire está la rosa
Iluminada, dócil, transparente;
se inclina en su blancura suavemente
del lado de su alma, que es más rosa.



Más que rosa, la rosa es primorosa,
rosa pura, primor, flor en creciente;
todo un mundo auroral nace en su frente,
grácil, sensual, sensible, pudorosa.



No sé decir lo que esa rosa inspira
por la que el nardo del jardín suspira
y desvela a la luna esplendorosa.



Más que una rosa natural, parece
alba rosa de luz que resplandece
¡No hay rosa en el rosal como esa rosa!

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