Mi piel me cubre de todo



Me protege y me hace sentir. Soy tan afortunada cuando la brisa tibia y marina, o que la terrestre y con este olor tan único me abracen. Hay veces me abrasan. Y me queman desde adentro como ayer. Sentía que yo era un exceso. Pero el exceso es mi cultura. Esta civilización en la que debo decir que me tocó nacer, porque si hubiera sido por mi, escojo otra civilización y no ésta. Ni loca. ¡Pero por todos los santos y todos los astros! ¡Cómo podría ser eso! Sabemos el camino y no lo seguimos. O hay veces creo que sí lo hacemos pero que los cambios tardaran cientos de años en llegar a todas partes. Tantos que no podremos verlo. Qué tristeza.





Mi piel me cubre de todo. Es mi capullo. Es mi propia envoltura que puedo cambiar a mi antojo. Y que puedo modificar mejorándola o dejándola así como si nada necesitara. Y es sorprendente…porque en mis dos mundos veo que la gente no escoge el camino que los hace más saludables. Sino el que los deja paralizados aún teniendo la posibilidad de salir a caminar en un bosque. En la playa. Así de repente…solos o acompañados. El camino es hermoso y puede llenarnos de verdaderos paisajes que nos colman de gratitud. De posibilidades. De todas las oportunidades. Porque cuando ese cuerpo que rodea mi rayito de luz saca toda esa energía que tiene, todo cambia. Todo. Mi día comienza con la lectura de un bello tesoro. Y luego le escribo al universo en dos pequeñas libreticas. Me escribo. Y luego escribo para vaciar mi corazón. Y una vez termino… mi cuerpo siente una loca necesidad de salir. De sentirlo todo. De respirar este aire frío y puro. De respirar la brisa tibia del mar también. Y de caminar en cualquier dirección en donde yo pueda ver algo más…algo más que mi propio universo. Algo más…





Y mi piel me cubre de todo. Y también me hace sentirlo. Un abrazo honesto. Una sonrisa verdadera. Hasta una mirada furtiva me entra por la piel. Me llena de felicidad. Mi piel me permite saber cómo es el afuera. Sentir ese aire y todo lo que pasa por él. La delicadeza de la lluvia en pequeñas goticas como anoche. Y esa misma agua en rocío esta madrugada. Apenas puedo tocar estas bellas gotas diminutas que cubren las plantas de este bosque. Beso una pequeñísima por el trabajo silencioso que hace. Y así le agradezco al agua. Ese elemento que me compone y al cual le entregue tantos meses de mi vida haciendo un bello sendero para Arví. Este Parque que me ha entregado tanto y al cual le doy mi pensamiento en gratitud. Vital. Así se llama este nuevo sendero. Uno en donde todos podrán ir a sentir la delicia de un bosque vivo. De una plantación. De las especies que conquistan esos medios. Del agua silenciosa haciendo su trabajo sin que nadie le diga nada. En un ciclo eterno. Hermoso ciclo que nos permite la vida.





Mi piel me cubre de todo y yo la cuido y la protejo sin mucha cosa pero con mi convencimiento de que todo lo que pienso y hago, proteja mi capullo. Lo brille. Lo hago resplandecer aún en en medio de la tristeza o de cualquier cosa que intente opacarlo. Y he descubierto que una de las cosas que más brillo le quita y hace que mi sal salga de él, es la traición. A la amistad. Cuando he sentido esa sensación dolorosa es cuando más necesito refugiarme allá adentro de mi dulce capullo y guardarme para protegerme. Porque lo que siento es que con un garrote quisieran destruir esa belleza que siento en mi interior Y que sé que uno proyecta. Y entonces no comprendo…cómo…¿cómo? Y por eso a mis más cercanos ya ni les sorprende. Quienes recién me conocen pueden no entender. Pero mis amados, lo saben. Siempre que salgo, voy allí cerca en donde encuentro esa paz necesaria para guardarme en mi capullo y abrazarme a él hasta que sienta que es seguro nuevamente asomarme un poquito.





Mi piel me cubre de todo. Y cuando lo hace me entrega toda su fuerza. Y todo su poder. Porque la energía que hay en mi interior y la cual también cuido y protejo, sale de a poquitos por mis poros. Cada día. Cada madrugada. Cada instante. Cada que vez que respiro. Cada vez que miro las estrellas en este frío o en mi mar. Cada vez…y yo espero que ella llegue lejos para decirle a quienes me aman cómo estoy. Porque sé que me sienten. Sé que hay veces me pueden hasta ver allí donde no puedo estar. Porque nuestra piel nos protege pero no nos contiene. No estamos ahí. Estamos en el pensamiento. Y si lo estamos podemos estar en muchas partes. Y es un placer y un privilegio. Es como el don de la obicuidad. Maravillosa posibilidad. Increíble forma de estar. De sentirme. Porque anoche te abracé. Porque anoche te bese y te di las buenas noches aunque no estabas. Y te rocé la piel. Y te susurré el ángel de la guarda que te dije desde niño. Y te dije palabras de amor y te canté. Y te acordé de ser agradecido y que sintieras todo con tu piel. Todo. en exceso. Porque tienes todo un capullo para ti. Solo para ti. Uno que te da el poder de hacer sentir a otros muchas cosas. Y yo espero que todas sean amorosas. Sin dudarlo.





Mi piel cubre mi cuerpo. Mi templo. En el cual me siento a salvo. Mi pequeño universo en donde vivo todas mis metamorfosis. Mi hogar.

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